lunes, 7 de diciembre de 2009

La obesidad: ¿La podemos vencer?

La obesidad es uno de los temas médicos que más debates, controversias y posturas genera. Frecuentemente, los medios de comunicación publican informes sobre nuevos tratamientos o dietas que pueden contribuir a la pérdida de peso. Sin embargo y, de manera paradójica, existe en el mundo –en términos generales- un aumento del sobrepeso y las enfermedades vinculadas a la obesidad.

Se calcula que 2.400 millones de personas –casi un tercio de la población mundial- tiene problemas (por exceso o déficit) en su peso.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los problemas de peso –en términos generales- están segmentados, de acuerdo al nivel de ingresos. A más desarrollado un país, mayores sus problemas de sobrepeso; a menor nivel de desarrollo, mayores sus déficits alimenticios. No obstante, esto podría cambiar, revela el Comité sobre Obesidad de la OMS con sede en Ginebra (Suiza) que publicó el 12 de junio de 1.997 un informe de prensa en el que revela que en algunos países de Europa Central y Oriental entre el 10 por ciento y el 25 por ciento de los adultos son obesos y, estas estadísticas alcanzan un rango del 20 por ciento-25 por ciento en América Latina, cifras que se han incrementado en los últimos 15 años.

El problema de la obesidad

Estas alarmantes estadísticas motivan a las personas a recurrir constantemente a estrategias (como dietas) para bajar de peso, sólo con hojear los "milagros" que ofrecen los diarios y revistas.
Sin embargo, seguir una dieta estricta puede no ser útil, pues generalmente se llevan a cabo tratamientos individuales y puntuales, que pueden reducir a corto plazo el peso, pero a mediano y largo plazo se recupera con efectos psicológicos para quienes lo realizaron.

Cada paciente es un mundo aparte. Por ello, un especialista médico y nutricionista es quien debe realizar una evaluación del organismo para determinar el mejor camino a seguir. Por ejemplo, no va a obligar a correr por las calles a una persona demasiado obesa, porque puede afectar su sistema cardiovascular, así una dieta específica –con resultados probados- lo recomiende.

El primer paso en un tratamiento es un chequeo general para descartar enfermedades que puedan estar impidiendo la disminución de peso, como el hipotiroidismo, la hipertensión, la diabetes o problemas al corazón. El diagnóstico parte de una base: sufren de sobrepeso quienes tengan más del 20 por ciento de grasa corporal en el caso de los hombres y más del 25 por ciento en el de la mujer.

En todo caso, sea cuál sea el tratamiento recetado, sin importar la edad, siempre incluirá:

°Una dieta balanceada
°Actividad física,
°Medicamentos, bajo estricta supervisión directa del facultativo

Después de los 65

Uno de los ejemplos que mejor ilustra la gravedad de llevar a cabo un programa de pérdida de peso sin supervisión médica, es el tratamiento idóneo para personas mayores a los 65 años. En este sentido, las dietas estrictas pueden afectar seriamente la salud de los pacientes, explica la doctora Adela Herrera, de la Unidad de Geriatría del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.

Según la experta, a partir de los 65 años, incluso antes, el cuerpo humano sufre una serie de cambios fisiológicos que están directamente relacionados con el proceso de envejecimiento celular y con una tendencia a llevar una vida más sedentaria. Entre otras cosas, disminuye el agua del cuerpo y la sensación de sed, generando un riesgo de deshidratación involuntaria. Aparecen problemas de la visión y el olfato, lo que hace menos motivante comer, si a esto sumamos la pérdida de las papilas gustativas y las dificultades para mascar y tragar, las personas mayores van dejando de lado su alimentación.

En consecuencia, las dietas restrictivas terminan por ser poco interesantes, "además la existencia de varias enfermedades simultáneas y el consumo de infinidad de remedios para tratarlas, disminuye la absorción de los nutrientes esenciales", afirma Herrera.

Finalmente, y esto es lo importante, con el paso del tiempo se reduce la masa muscular, aumenta la grasa corporal, y baja la absorción digestiva de nutrientes, "sobre todo el calcio, lo que repercute en problemas de osteoporosis", afirma la doctora.

Alimentación sana y ejercicio: Una actitud de vida.

Alimentación: En líneas generales, algunos consejos prácticos para bajar de peso que no afectan a los pacientes son:

Disminuir la ingesta de grasas y de azúcar; se debe tener una alimentación variada con más verduras y frutas (ricas en fibra); preferir carnes blancas como el pollo y el pescado ya que tienen menos grasa y una menor cantidad de colesterol; aumentar el consumo de leche y productos lácteos de bajo contenido graso; y, en el caso de los ancianos con sobrepeso -en vez de atenuar la cantidad de sal- mantenerla o aumentarla si es necesario, ya que este elemento a contribuye retener el líquido que la vejez ocasiona perder en mayor cantidad. Este último acápite debe estar bajo la supervisión de un cardiólogo, pues la sal puede incrementar la hipertensión.

Actividad Física: Todos los expertos consultados coinciden en que Chile se convierte cada vez más en un país sedentario. Sentencian que el 55 por ciento de los hombres y el 80 por ciento de las mujeres no realizan ningún tipo de deporte; entonces, tenemos, algo básico para subir de peso: se gastan menos calorías de las que se consumen.

Lo mejor es quemar las calorías sobrantes, con la realización de actividad física, algo que también es mejor tenerlo como una actitud de vida. Además del consumo calórico, el médico cirujano de la Unidad de Psicofisiología de la Universidad de Chile Juan Corail, afirma que la actividad física retarda los síntomas del envejecimiento y revierte ciertos estados físicos producidos por la edad. "Muchos incluso pueden dejar de tomar remedios, sobre todo los indicados para el sistema digestivo y para dormir, además se pueden integrar a un grupo de pares y disfrutar de una actividad conjunta", añade.

Según el facultativo, aquellos ancianos con problemas físicos, al realizar actividades corporales, se estimulan, "permiten el fortalecimiento y la irrigación sanguínea de músculos y articulaciones".

°Juan Corail aconseja: las caminatas son la mejor alternativa, pueden dar una vuelta a la manzana o pasear por una plaza hasta el ascenso de cerros con poca pendiente. "También el tenis y la natación son beneficiosos, pero como requieren de mayor esfuerzo físico, si no se ha practicado deporte a lo largo de la vida costará mucho ejecutarlos".
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