jueves, 3 de diciembre de 2009

El uso de psicotrópicos en niños y adolescentes (Parte III)

En algunos aspectos de la vida infantil o adolescentes, de acuerdo con las circunstancia y la gravedad de los problemas de salud que se presentan, el especialista puede recomendar –o no- distintos medicamentos que ayuden en la resolución de los trastornos. A continuación, algunos ejemplos de temas claves.

Trastorno de la conducta alimentaria

Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, trastornos de obesidad o la falla persistente en el comer o mamar adecuadamente, pueden generar ganancia o pérdida de peso significativo, afectando por igual a ambos sexos.

El tratamiento incluye una intervención psicoeducativa, que se inicia con puericultura junto a las madres.
En este caso, las dietas y drogas son ineficaces.
Después de la adolescencia, las alteraciones del apetito normalmente están asociadas a un cuadro psiquiátrico, como la esquizofrenia.
Esto también es común en niños con retardo mental.
La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa tienen fundamentos neurobiológicos, que se manifiestan a través de sensaciones de hambre y saciedad.
Este trastorno también se caracteriza por una deliberada pérdida de peso, inducida y/o mantenida por el paciente. Prevalece en el sexo femenino y se diagnostica entre los 14 y los 18 años.

La bulimia nerviosa se caracteriza por repetidos ataques de hiperfagia y preocupación excesiva con el control del peso corporal.
Existen dos subtipos.
El purgativo, que se caracteriza por la autoinducción de vómitos o uso indebido de medicamentos y el no purgativo, que se manifiesta con conductas compensatorias inapropiadas, como ayunos y/o ejercicios excesivos.
El diagnóstico se basa en la preocupación que persiste con la alimentación, con el miedo intenso a engordar, y la tendencia de establecer un umbral de peso.

Generalmente la edad de 17 años es la más adecuada para el diagnóstico. La prevalencia es mayor en el sexo femenino y sus causas son la tendencia familiar y el estrés que actúa como factor desencadenante.
El tratamiento más indicado es la psicoterapia breve individual o grupal, cambios y orientaciones alimentarias, terapias, orientación educativa de la familia y participación en grupos operativos. La medicación con fluoxetina y sertralina son las más indicadas.

Trastornos del sueño

Estos incluyen problemas en las diversas fases del sueño REM y NREM, como el insomnio, la hipersomnia y el tratamiento del sueño-vigilia, el sonambulismo, los terrores nocturnos y pesadillas.
El insomnio es la cantidad y/o calidad insatisfactoria del sueño persistente durante un período. La mayoría de las veces, los niños que tienen este problema presentan, durante el día, inquietud, irritación, falta de atención y ansiedad.
Los adolescentes y los adultos se quejan de tensión, fatiga y ansiedad. Las causas pueden ser primarias, cuando aparecen después de un estrés psicosocial o fisiológico, ó secundarias, producidas por las drogas en general. Ambas tienen probabilidades ya sea de ser transitorias o crónicas.
El tratamiento del insomnio requiere de orientación educativa, cuando se trata de niños pequeños. En los niños mayores y adolescentes, el tratamiento se realiza con orientación psicológica y psicoterapia de grupo conductual. Se puede evitar el uso de medicamentos por más de 15 días debido a la dependencia que desarrollan.

El terror nocturno se manifiesta con un cuadro de pánico con intensa localización y que ocurre en la tercera o cuarta etapa del sueño NREM.
Generalmente los pacientes no responden al tratamiento de psicoterapia y se deben usar medicamentos sólo en los niños mayores, cuando las crisis superan los 15 minutos.
El sonambulismo, según el médico, se produce a partir de una tendencia genética y, en este caso, solamente se debe dar una orientación familiar.
El trastorno familiar estaría ligado al cuadro electivo; por ejemplo el paciente habla con los hermanos pero no con sus colegas de clase.
Como tratamiento se indica orientación fonoaudiológica y psicodinámica, prescribiéndose antidepresivos.
El pronóstico es favorable en este caso.

Vinculación o apego

Los trastornos de la vinculación o apego pueden aumentar los riesgos de desajustes psicosociales. En este caso, debe haber intervención terapéutica.
Esto ocurre, según los neurólogos, en aquellos niños que sufrieron algún tipo de abuso físico, quemaduras, negligencia, falta de cambio de pañales cuando son bebes y humillación. Cuando se produjo abuso sexual debe existir una mayor prevención y orientación educativa y psicológica.

Los trastornos sexuales en niños mayores o adolescentes están relacionados con la deficiencia o ausencia de fantasías sexuales y deseo de tener actividad sexual, lo que causa gran sufrimiento. En situaciones como ésta, se debe controlar el uso de alcohol, sedantes, etc.
El cuadro de esquizofrenia posiblemente se encuentre relacionado con anomalías orgánicas y su cuadro clínico abarca delirios, comportamiento y lenguaje desorganizados, marcada apatía y retraimiento social.
El tratamiento se realiza con orientación familiar, psicoterapia individual y familiar y uso de antipsicóticos.

En este caso, se tienen que controlar los efectos colaterales de los medicamentos. El retardo mental está relacionado con el desarrollo incompleto del cerebro, más específicamente con la interrupción en la estructuración mental y habilidades.
Las principales causas son el Síndrome de Down, desnutrición e infección materna, fallas metabólicas (fenilcetonuria), hipotiroidismo, nacimientos prematuros y complicaciones en el parto. Las causas postnatales son traumatismo de cráneo, infecciones como la encefalitis y la desnutrición por trastornos neurodegenerativos.

Este trastorno requiere dietas especiales, fisioterapias y terapia ocupacional.
Los psicotrópicos solamente deben ser administrados ante la presencia de determinados síntomas.
El suicidio es una idea que “se contagia” fácilmente entre adolescentes y su mayor índice está entre los 15 y 19 años de edad, con prevalencia en el sexo masculino.
Los factores llamados suicidógenos son los eventos circunstanciales considerados importantes para el adolescente, especialmente en conjunto con otra serie de factores como las relaciones familiares, sociales, de salud, reveses, sentimientos, cuestiones sociales y económicas, pérdidas y traumas físicos. El médico explica, además, que generalmente, la idea de la muerte se alterna con períodos de racionalización o intelectualización.

Las más comunes son el culto a la muerte, venganza, celos, rechazo o abandono, redimirse de alguna culpa, chantaje emocional, falta de ayuda, de esperanza y misticismo.
Los trastornos afectivos son los sentimientos de autodesvalorización, críticas recibidas, sensación de pérdida de las relaciones familiares y sentimiento de culpa.
Normalmente están acompañados por depresión, llanto, problemas de autoestima, irritabilidad, rendimiento escolar bajo, sociabilidad, actividad motriz reducida o abolida, trastornos del sueño y alimentarios, somatización de varios factores, entre otros.

Asimismo, la impulsividad está vinculada a la impaciencia, al actuar antes de pensar, a la hiperactividad, a la falta de modales y de educación. La intervención ocurre mediante la prevención y orientación, cuando ya ha ocurrido alguna señal anterior, como la ingesta de alcohol o actitudes consideradas exhibicionistas.
El tratamiento abarca psicoterapia, psicodinamia, y mayor participación familiar y de los amigos. Todo esto como un intento de prevenir nuevos actos que puedan llevar al suicidio.

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